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miércoles, 16 de marzo de 2016

El extraño caso de las niñas de mi secundaria y las señoras del gym

En la secundaria era obligatorio ir a unas actividades deportivas de cada viernes que en un sorprendente giro de esta historia, se llamaban "Viernesinos". Venías muy cargado porque tenías que cambiarte todo el uniforme por el "uniforme deportivo" para que te dejaran jugar a lo que fuera que te tocara. Apenas tocaban el timbre y todo mundo salía disparado al baño para cambiarse rápido y tener tiempo de comer algo. En mi particular caso, salía corriendo para alcanzar un cubículo del baño para poder meterme y sacar todo mi mercado para cambiarme. Algunas niñas se tardaban más que otras y la fila se hacía más larga, pero jamás olvido el día que un grupo de niñas se hartó de estar esperando y decidieron cambiarse cerca de los lavabos.

Recuerdo que a muchas nos sacó de pedo, pero era porque nos ganaba más el "pudor", la conciencia sobre nuestros propios cuerpos y sus defectos, la pena y hasta la incomodidad de desnudarnos aunque no fuera completamente, en frente de las otras. El primer día que lo hicieron, sí hubo una reacción por parte de la mayoría, entre risitas nerviosas y miradas juzgonas. Algunas chicas ni siquiera se esperaron a salir del baño para comenzar a criticarlas y otras más se espantaban cuando entraban al baño y las encontraban semidesnudas. Pasó el tiempo y se fue tomando con mayor normalidad, al menos entraban al baño y ya sabían con qué se encontrarían. Muchas no se aguantaban las ganas de preguntarles por qué lo hacían. Recuerdo un par de sus argumentos: "somos mujeres, todas tenemos lo mismo", "tengo hermanas y lo hago todo el tiempo"; pero el que nunca llegaron a decir jamás"porque sólo son cuerpos".}
Pasó mucho tiempo hasta que la vida me enfrentó con una situación similar. Era mi primer día en el gym y una vez acabado todo, me disponía a ir al baño antes de irme. Cuando entré me encontré con una escena bastante particular. Un grupo de señoras de aproximadamente 50 años para arriba se encontraban platicando y riendo en total desnudez. La escena me shockeó por unos momentos y aunque traté de disimular, busqué salirme lo más pronto posible para que no se notara mi desagrado e incomodidad. Pensé, "una siendo joven y no estando--todavía-- "tan mal" esconde que si la lonjita, que si la marquita, que si todo a la menor provocación y estas señoras cínicas mostrando todas las carnes al aire." Y con ese pensamiento me quedé varios días hasta que de pronto me llegó la maldita iluminación. Recordé a las chicas de mi secundaria y busqué el punto de comparación con estas señoras. Primero pensé que esas chicas crecerían para ser esas señoras, pero una vez retomando el verdadero cauce del problema, lo pude resolver. Lo que tenían en común ambos grupos es que ambos habían despertado un sentimiento en común: ENVIDIA. Y no una envidia particularmente dirigida a si sus cuerpos se encontraban apegados al estereotipo de belleza o no, sino una envidia en el acto mismo. ¿Por qué lo que para ellas era algo tan sencillo como desnudar su cuerpo, a muchas otras nos causa tanto problema? Porque envidiamos esa seguridad que no vemos en nosotras, porque no están exhibiendo en realidad su cuerpo sino la seguridad en ellas mismas que les permite hacerlo.

Analicé entonces la manera en que mi forma de vestir fue cambiando de mi niñez, pasando por mi pubertad y hasta el día de hoy. Claro que tuve mi época en la que los cambios de mi cuerpo de avergonzaban, pero una vez superada esta etapa, recuerdo haber tenido a mal el juzgar a las chicas que por ejemplo, exhibían su cuerpo demasiado en disfraces de Halloween. Esta aversión me duró casi hasta los 16 años cuando por azares de la vida descubrí un video de la vloguera Jenna marbles titulado"Sluts on Halloween". En este video, Jenna hace un llamado de atención a todas las mujeres. Identifica que el problema está en que en vez de reconocer a las chicas que usan atuendos sensuales, buscamos criticarlas y juzgarlas. Plantea algo como lo siguiente: "La próxima vez que veas una chica así, piensa en cuánto tiempo tuvo que ejercitarse, hacer dieta, o hasta maquillarse para verse así." Y si detectamos que el vestirnos así es un deseo reprimido que estamos criticando en otras, entonces trabajar para cumplirlo, siempre en la conciencia de que el atuendo que sea puede empoderarte. Fue en este punto que comencé a comprender que la desnudez empodera a algunas mujeres tanto como la modestia empodera a otras.

Años antes, había hecho mi primer acercamiento a esta comprensión. Mi mamá era muy abierta en cuanto a este concepto de desnudez vs. modestia y desde muy pequeña me inculcó la aceptación de mi cuerpo (aunque en la adolescencia uno hace caso omiso a esto). Tenía quince años y estaba obsesionada con el video de "La Loba" así que cuando mi mamá me preguntó si me disfrazaría de algo le dije que ese año iría de "La Loba". Por alguna razón, pensé que se espantaría y me exigiría "recato" o algo por el estilo como muchas mamás de chicas de mi generación. Por el contrario, me acompañó de compras por un corset y unos mallones que me ayudó a adecuar al estilo. Llegó el día y al vestirme me sentía fabulosa y lista para hacer lipsync for my life a la menor provocación. Me costó un poco salir así a la calle porque a los quince años nos pesa un chingo el "qué dirán"; pero ese día iba con mis mejores amigos y nada salió mal. Hasta muy tarde entendí la importancia de la apertura de mi madre, el apoyo de mis amigos y sobre todo, el apoyo e impulso que yo misma me di para usar lo que se me dio mi chingada gana.

¿Por qué entonces hay tanto rechazo a estos atuendos? Y no me refiero sólo a los de Halloween sino a atuendos cualquiera. Entra a cualquier salón, restaurante o fiesta una mujer que usa algo particularmente revelador y las reacciones no se hacen esperar. Y no busco eximir de toda culpa a los hombres, pero me quiero enfocar en las reacciones de las mujeres. No han pasado ni cinco minutos y ya hay comentarios de mujeres de todo tipo, que si se ve "muy puta", que si ese vestido le queda mal, que si no le favorece, etc, etc, etc. Y no las busco satanizar, sino quiero que hagamos conciencia de que lo hacemos porque así nos lo enseñaron.


En un discurso de la feminista Chimamanda Ngozi que la Queen B pertinentemente incluyó en "Flawless", se destaca esto: "Porque soy mujer, se espera que aspire a casarme. Se espera que tome mis decisiones de vida siempre teniendo en mente que el matrimomnio es lo más importante. El matrimonio puede ser una fuente de alegría, amor y apoyo mutuo, pero ¿por qué le enseñamos a las niñas a que aspiren a casarse y no le enseñamos lo mismo a los niños? Criamos a las niñas para que se vean las unas a las otras como competencia; no por trabajos ni logros, lo cuál creo que puede ser algo bueno, sino por la atención de los hombres. Le enseñamos a las niñas que no pueden ser seres sexuales en la manera en la que los niños lo son." Y ojo, ese discurso de competencia entre mujeres está tan implícito en nuestra cultura que la mayoría de las veces no lo notamos. ¿Cómo creo que empieza? Con los estándares que accidentalmente nos imponen desde pequeñas. Ya ni siquiera es enfatizar que las cualidades que nos remarcan de pequeñas no sean sólo físicas, sino que al hacerlo, no es un "eres bonita", sino que es un "eres la más bonita del mundo". Y crecemos de 3 a 5 años de nuestras vidas pensando que el ser la más bonita no sólo es lo más importante en la vida sino muchas veces que es todo lo que hay. Mucha gente se ha quejado del llamar a las niñas princesas y de lo importante que es hacerles ver que su mente y sus acciones importan y no así su "belleza". Y entonces las primeras veces que nos introducen a mundos sociales fuera de la familia nos encontramos con otras cien niñas que les dijeron hasta el cansancio que eran "las más bonitas del mundo", y perdónenme, pero a esas edades no vamos a tener la conciencia ni la madurez para deshacernos de ese peso cultural por lo que empieza una competencia malsana por demostrar que una de nosotras es "la más bonita". Por eso vamos a una fiesta y si tenemos un vestido bonito, la reacción de otras niñas va a ser sacarnos la lengua, porque desde esa simple acción que ni siquiera esa niña entiende, está demostrando la competencia en la que nos iniciaron.

Y en la primaria es reina la del mejor peinado, y en la secundaria es la que se le esté formando mejor cuerpo, y la competencia sigue y sigue incluso en el ámbito laboral donde la presión se vuelve doble. A la mujer no sólo se le critica su desempeño laboral sino que también se le juzga por su apariencia. Se espera que sea un buen elemento corporativo y que tenga excelente presentación. Un hombre se puede ver mal si trae los zapatos sucios o el nudo de la corbata mal hecho; mientras que una mujer se ve mal si va mal maquillada, o sin maquillaje, si no se obliga a usar tacones o si los usa y camina mal, si trae la falda muy larga o muy corta. Y perdemos un chingo de tiempo en querer cumplir todas las expectativas que nos son impuestas y que aceptamos con singular alegría. Que si presentar el proyecto en la Junta de Consejo pero que el rímel esté perfecto; que si entregar los dictámenes en orden pero que la falda esté del largo correcto; que si acabar con todo el trabajo pero que mi imagen sea siempre perfecta. Y sumado a esto la presión por querer demostrarle a otras mujeres que seguimos siendo "la más".
La más bonita, la más guapa, la más buena y sí viene acompañado de querer ser la más exitosa; pero ese éxito viene de la mano de "casarse a una edad pertinente", de ser capaz de tener hijos, de además tener un súper empleo con un súper salario y claaaaaaro, no dejarse de ver fabulosa en ningún momento.

Es más que importante comenzar a crear relaciones sanas entre mujeres; dónde la competencia tenga cabida en cuestiones relevantes como lo académico y lo laboral pero nunca lo físico y superficial. Que si yo veo que una chica se ve muy bien en un vestido me dé gusto por ella. Que si a una chica se le está viendo algo de más, le avise y no la esté juzgando desde lejos. Que si una mujer presenta un proyecto, yo esté más enfocada en analizar los pros y contras de este que en si su traje le queda bien o mal. Que si conozco a una mujer exitosa no sea mi prioridad saber si está casada y con hijos. Y muchos etcétera más. El Feminismo no empieza con luchar separadamente por un trato justo e igualitario sino que el Feminismo empieza con el trato que nos damos entre nosotras. Nunca va a estar bien que desde un principio nos acusemos de "putas" porque entonces le otorgamos esa autoridad a los demás. Nunca va a estar bien estarnos comparando en virtud de nuestro físico ni de qué tanto nos acercamos al estereotipo de belleza occidental. Esto es una invitación a la reconciliación entre mujeres, a que haya solidaridad entre nosotras y a que hagamos consciente la competencia en la que desde pequeñas nos metieron sin preguntar. Salte de la competencia, manda los prejuicios a la chingada y poco a poco se descontaminará el ambiente entre mujeres. Porque siempre nos quejamos de lo pesado que es, pero nunca nos cuestionamos por qué ni nos movemos para que eso cambie. Un abrazo a todas, hasta a las que alguna vez odié y una disculpa si en esta competencia inconsciente, alguna vez las insulté.

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