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martes, 5 de abril de 2016

¿Qué joda ser mujer?

Cuantos de mis contactos en Facebook piensan que mis publicaciones sobre feminismo son demasiadas. Cuantos conocidos fuera del mundo virtual, creerán que siempre hablo de esos temas por pose, por convivir o hasta por ser aceptada o vista como algo que no soy. Y no, los hablo con todos los derechos que se me dieron sólo por existir y porque me tocó en esta vida ser mujer. Bromean sobre el acoso cuando no lo tienen que vivir a diario cada vez que salen a la calle. En vestido, en falda, en pijama. en pants, en traje, en pantalón, y hasta en impermeable de bolsa de basura, se puede ser víctima de este tipo de agresión. Uno pensaría que en pleno 2016 ya no sería tan común que se culpara a la víctima y su vestuario por una agresión.
Hoy camino a la escuela me subí al camión. El chofer venía con dos amigos y pude notar que se tardó mucho dándome mi cambio. Después de avanzar un poco, me dí cuenta que era porque le quería dar tiempo a sus amigos a que acabaran de verme todo lo lascivamente que querían. Quise esquivar esas miradas y me metí tan al fondo como me fue posible en el camión, que venía lleno. Quedé a lado de un chico de aproximadamente 17 años que venía sentado ocupando dos lugares. Cuando me vio, se recorrió, como permitiéndome sentarme. Dudé un poco pero al final me senté porque había mucho tráfico y ya venía cansada. Me percaté que muy cerca de nosotros venían sentados dos amigos de él, quienes le comenzaron a hacer señas preguntándole sobre qué le parecía mi físico, como pensando que yo no los vería o que incluso si me daba cuenta, eso no me molestaría. Sí, claro que me molesto, pero el levantarme de ese lugar le permitía de nuevo al chofer y sus amigos una vista perfecta para continuar con sus miradas lascivas y no le quería dar esa victoria a este chavito y sus amigos. Después de todo, yo tenía todo el derecho de estar ahí sentada sin ser molestada. Me decidí -quizá desafortunadamente-  por la "no confrontación", así que pretendí que me dormía. Escuché entonces que sus amigos le decían que me hablara antes de quedarme dormida y el chico en cuestión les contestó que mejor me cantaría. Yo estaba recostada sobre mi mochila, con todo el cabello sobre mi cara y pude sentir que en un par de ocasiones se acercó tal vez demasiado a mi oído pero desistió casi enseguida ante mi indiferencia. De tanto sueño que tenía terminé por dormirme de verdad y sólo desperté cuando me pidió permiso para bajar. Sin darme cuenta, me volví a quedar dormida y desperté una vez que el camión ya tenía 10 min de haberse pasado mi parada. Venía sola con el chofer y sus amigos y tan espantada me desperté que toqué el timbre deseando que me dejaran bajar. Se rieron al verme tan espantada, pero la realidad es que no habían parado en su base correspondiente sino que se siguieron hacia quién sabe qué partes de Xochimilco. Es obvio que en un país donde la cifra de desaparecidas crece exorbitantemente a diario, mi reacción no luzca tan desentonada.
 Ya una vez abajo comencé a preguntar-al principio sin mucho éxito- sobre la dirección en que se encontraba mi destino. Una señora me indicó que caminando podría llegar por un callejón que se veía bastante solo, pero me advirtió que tendría que irme cuidando porque era de lo más usual que me fueran a gritar cosas, o -como ella me indicó- que me podían hasta tocar. Recordé al estúpido que alguna vez por la Deportiva me gritó que tuviera cuidado, porque me podrían violar. Por supuesto preferí tomar otro autobús, esta vez no permitiéndome quedarme dormida por nada del mundo.
Ya sentada y tranquila, con mucho dolor traté de recordar la primera vez en mi vida que recibí una agresión de ese estilo. La primera vez que aún pensándome yo como una niña, algún hombre me gritó en la calle y espantada busqué respuestas en la cara y el coraje de mi madre al escucharlo. Recordé ese día en que me explicó que me estaba convirtiendo en una mujer y que eso desafortunadamente conllevaría a recibir ese tipo de agresiones por el resto de mi vida. Recordé también haber sentido mucha injusticia y haberme cuestionado por primera vez en mi vida el por qué me había tocado ser mujer. Y hoy a tantos años de ese día, me llegó la misma pregunta una vez más.
 Por eso necesito el Feminismo, porque nunca quiero tener que explicarle a otra mujer que se va a tener que acostumbrar a las agresiones; que el ser mujer viene de la mano con aguantar violencia, que una mujer transportándose, viajando, VIVIENDO, debe estar acompañada de un hombre para no estar "sola". Que se debe de acostumbrar a que las únicas veces en que no le gritarán cosas por la calle, es cuando camina con un hombre. Que el único "no" que vale es el de otro hombre. Y muchas otras estructuras más.
No me voy a disculpar jamás si les "atosiga" el libre ejercicio de mis derechos. No me voy a callar porque si hablo puedo evitar que la próxima desaparecida sea tu amiga, tu hermana, tu mamá, tu tía, tu prima o hasta tu compañera. Por eso necesito el Feminismo, por eso necesito tu conciencia sobre el 8 de Marzo, por eso nunca me voy a callar.

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