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martes, 8 de marzo de 2016

Del "púdrete" al muchas "gracias"

Cuando tenía trece años, mi mejor amiga y yo decidimos que queríamos hacer algo nuevo y divertido durante el verano. Estábamos aún muy consentidas y pequeñas para que se nos ocurriera trabajar por lo que decidimos inscribirnos a un curso de verano. El famoso curso se pagaba por semanas y a decir verdad era bastante caro, claro, porque incluía muchos servicios, desde canchas de distintos deportes y alberca hasta clases de baile y "artes plásticas". Literalmente, corría el verano del 2008 cuando entramos a ese curso. Pronto descubrimos que no era del todo para nosotras. Éramos bastante flojas y nos daba fatiga el tener que estar jugando basquet, fut o lo que fuera, las únicas partes que medio disfrutábamos eran las clases de baile y las de artes plásticas. Para mi la alberca era un plus hasta el día que la maestra me pidió que pasara al frente y les mostrara a mis compañeros cómo nadaba. Mi pinche ego se elevó hasta el cielo y pasé al frente no sin antes verlos como diciendo "miren y aprendan, estúpidos". Después de mi demostración, regresé a la formación y la maestra dijo: "Así es como no deben de nadar. Vean como su compañera parece rana." Y con ese comentario se fue mi gusto hasta por la clase de natación.
Era muy raro porque nos dividían por edades y por supuesto nosotras ya estábamos en el grupo más grande, o sea éramos las ancianas del curso de verano. Además empezábamos a entrar en la pubertad y con ella llegaba la pose de que todo lo que hacíamos de niñas, incluyendo jugar, ya nos daba hueva.
Recién entré había un chico poco atractivo para mi percepción que se llamaba -no es broma- Bryan. "El Bryan" era bastante insistente conmigo, nunca paraba de halagarme y me preguntaba si tenía novio. Un día en la clase de basquet, me senté a descansar y El Bryan se sentó. Nada tardo ni perezoso me dijo que me podía alegrar mi día con un beso. Traté de no poner cara de asco y rechazarlo cordialmente pero al parecer estaba destinado a no rendirse. En ese momento incómodo estaba cuando se acercó otro niño del curso y le dijo al Bryan que me dejara de molestar pues ya le había dicho yo que no quería. El Bryan se alejó con un muy atinado "Uuuuuuy, pus bueno", y dejó el lugar a mi lado vacío para que el chico se sentara. Creo que se llamaba David. Tenía trece años y estaba muy contaminada con el estereotipo de el príncipe que llegaba a mi rescate, así que sí, me empezó a gustar. La verdad fue cuestión de días, pero en años puberta eran como meses de conocernos y yo ya andaba algo clavada. Todo esto en la primera semana del curso.
Para la siguiente semana, mi mamá me dijo que ya no fuera al curso porque estaba bien caro y ni hacía nada, lo cuál era totalmente cierto pero como buena puberta recuerdo haber hecho berrinche. Me dijo que si de verdad quería podía regresar la tercer semana pero que ahora sí tenía que jugar y "aprovechar" todo.
La tercer semana por fin regresé y cuál fue mi sorpresa que mi crush ya estaba con otra chica. Para eso yo había amistado con una niña más pequeña (como de 9 años), que en cuanto llegué me informó sobre todo lo que había ocurrido en mi ausencia. A ella también le gustaba ese chico y estaba súper al pendiente pero sabía que era muy pequeña para él así que de alguna manera, yo era su "galla". Cuando los vi por fin juntos se me rompió mi corazón de neopuberta. Cuando me atrevía preguntarle el porqué a ese crush me dio a entender que era porque ella sí lo besaba y yo no. ¡Carajo! Jajajaja, yo nunca lo quise besar porque en esos ayeres, jamás había besado y la realidad es que este chico emo no me convencía para ser mi primer beso. Y así fue, me tuve que aguantar toda una semana de verlos juntos y seguir en el curso, ahora sin mi amiga que al final también optó por salirse. Poco tiempo después descubrí muy a mi pesar que la chica por la que me había cambiado iba en mi misma secundaria y tuve que verla hasta la prepa.  No duraron nada, acabando el curso cortaron y él acabó a sus 14 andando con la chica de 9 en cuestión, que fue la única que lo seguía idolatrando a pesar de todo. Por años --sí, años, recuerden que soy súperintensa-- le tuve mucho coraje a esta chica. Luego se me olvidó, pero hoy por cuestiones del destino y del stalkeo casual, me encontré con su fb. Y honestamente me sentí eternamente agradecida. Cuando tenía trece viví la situación como que "ella me bajó" al crush en cuestión cuando lo que "me" hizo fue en realidad un favor. Ahora en perspectiva recuerdo que el chico emo era bastante chantajista y abrazo a la Ceci de 13 años por no consentir algo tan "sencillo" como un beso cuando así no lo sintió.
Cuantas veces odiamos aparentemente con causa a una persona por "bajarnos" a otra pero la realidad es que si esa persona quisiera estar contigo y valiera la pena, no te cambiaría por otra. Nos cuesta entender que una persona no es para nosotros y es más fácil depositar el odio en la "nueva persona" que en aquella con la que teníamos un compromiso de algún tipo. 

No puedo asegurar que todo hubiera sido gris de haberme quedado con ese chico pero si creo que no todo hubiera sido tan fantástico como en esa época lo veía a futuro. Hoy que vi la foto de la chica me llegó todo muy de golpe pero le agradecí eternamente por entrar a mi vida y ayudar a modificar ese camino para que todo al final quedara como una boba anécdota del verano de inicio de mi pubertad.

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