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miércoles, 9 de marzo de 2016

Primaria Casual Ep.1

Estuve en una primaria con un excelente nivel académico. Mi mamá me cambió porque recién se había vuelto una primaria bilingüe, así que medio día de clases te lo daban en inglés y la otra mitad en español con todas las materias normales: matemáticas, historia, etc. También era una primaria que contaba con actividades culturales y deportivas vespertinas que no tenían un costo adicional al de la colegiatura, lo que era bastante conveniente. En mi caso puedo decir que aproveché un poco de todo, estuve en danza folklórica, teatro, Cantaniño (no pregunten) y ya en la secundaria hasta en Porristas y Volleyball. Tenía bastantes cualidades como ven pero también tenía grandes defectos. Uno de ellos es que al menos en "mis tiempos" las maestras jamás le daban seguimiento a un caso de bullying. Y no las culpo, ha de ser difícil aprender a lidiar con eso en una época donde no se hablaba tanto del tema y a sabiendas de que no creo que las capacitaran para manejar esas situaciones. Tengo infinidad de casos que sustentan esta afirmación pero voy a hablar de uno en particular que puedo decir me perturbó bastante como niña. Además de estos casos de bullying pasaban muchas cosas extrañas, por lo que la siguiente historia mezcla un poco de las dos.
Cuando mi generación pasó a cuarto año, entró un niño nuevo a mi salón.(Éramos una generación grande y a veces se abrían hasta cinco grupos, yo iba en el B.) Este niño no tenía ninguna particularidad que lo hiciera salir de la norma físicamente, recuerdo que era un poco gordito, pero qué niño a esa edad no lo es. La razón por la que este niño comenzó a destacar en el salón fue su comportamiento, era el típico niño que todo el tiempo se peleaba con las maestras, nunca llevaba la tarea y en clase siempre hacía todo menos trabajar. Yo me acercaba a platicar con él porque a pesar de que tenía tres años de estar en esa primaria, aún no forjaba una amistad fuerte y me seguía sintiendo un poco como "la nueva"; así que por empatía no quería que él se sintiera así también. No puedo decir que éramos muy cercanos pero de repente sí me contaba que tenía muchos problemas en su casa, por cuestiones de su familia y etc. A la maestra le desesperaba mucho este chico y muchos compañeros comenzaron a desesperarse también. Desafortunadamente, las agresiones al menos verbales contra este compañero no se hicieron esperar, todo mundo lo callaba y le pedían a la maestra que lo reportara. Para esto, cuando alguien era reportado en mi primaria, tenía que ir a recoger un reporte a la coordinación y llevárselo a la maestra para que se lo firmara; todo este proceso era muy tedioso porque además la coordinadora de paso los regañaba y una vez regresando al salón la maestra los seguía regañando. Un mal día, este chico estaba haciendo mucho escándalo y la mayoría de mis compañeros le pidió a la maestra que lo reportara. La maestra cedió ante las peticiones y le indicó que se fuera por su reporte. Me acuerdo que se le veía muy enojado y que le dijo a la maestra que ya no iba a regresar. A la maestra le extrañó el comentario así que le pidió a un chico que acompañara al castigado a la coordinación. El castigado ya había salido del salón cuando el otro compañero se apresuró hacia la puerta. Cuando la abrió soltó un grito y vimos que corrió hacia afuera. La puerta se abrió por completo y vimos que el compañero castigado estaba intentando aventarse de la barda (que no era una altura muy representativa pero sí se podía hacer daño). Varios compañeros corrieron a auxiliar al que había gritado para ayudarle a impedirle que este chico se aventara como disponía. Recuerdo que el castigado gritaba que lo dejaran, porque se iba a suicidar ya que según él a nadie le importaba. La mayoría de mis compañeros se reían ante la escena y yo a los ocho años y en shock me solté a llorar. Una vez que lo ayudaron a bajarse y lo calmaron, la maestra fue por ayuda y varios me preguntaron el motivo de mi llanto. Yo les dije que me había espantado pero además me sacaba de pedo que los demás no estuvieran igual de espantados que yo, después de todo era una situación bastante seria. La maestra nos dijo que el chico recibiría ayuda y poco después lo cambiaron de escuela, pero esa historia se quedó con muchos compañeros y se difundió tanto que muchos ya no la creían y pensaban que era un mito.
Años después, en ese curso de verano que tomé en la secundaria, mi mejor amiga (que también había visto esa escena) y yo, conocimos a un chico que se llamaba igual que ese compañero. No es un nombre común por lo que nos preguntábamos si se trataba de la misma persona. Después de convivir un poco con él, concluimos que sí, aunque jamás lo confirmamos con él. Verlo sano y salvo tantos años después me dio cierta tranquilidad, aunque debo admitir que era un adolescente bastante complicado. Era el típico chico confianzudo que ahora (habiéndose tragado a sus agresores) molestaba a los demás y se reía de todos. A pesar de esto, no causaba mayor problema.
Un día estábamos en la odiosa clase de natación con la respectiva odiosa maestra de natación. La clase como tal ya había acabado y estábamos en esos 15 min. de "break" que nos daba siempre. Mi mejor amiga y yo, como buenas holgazanas ya nos queríamos salir pero había un detalle. A mi amiga no le gustaba salirse por cualquier lado de la alberca, era muy obsesiva con salirse por la escalera porque era más sencillo. Yo casi siempre me salía de cualquier lado pero ese día me pidió que nos saliéramos del mismo y yo acepté algo molesta. Nos dirigíamos a la escalera de la alberca cuando vimos que el famoso chico estaba jugando agarrado de la escalera. Nos esperamos unos momentos para ver si se salía pero él seguía jugando incluso cuando vio que estábamos esperándolo para salir. Me desesperé y como buena mamona que soy le dije "¿Si te vas a salir o sólo vas a estar jugando?" Me volteó a ver sorprendido y, más a fuerzas que de ganas, se movió de la escalera. Trepé por la escalera muy digna toda yo y ya que estaba afuera, me pareció buena idea saltar hacia el pasto. GRAVE ERROR. No medí bien y me topé con un pedazo de piso húmedo que me hizo resbalarme y caerme a la orilla de la alberca, librando descalabrarme sólo por unos centímetros. Fue más mi pena que mi dolor y me quedé acostada en el piso deseando que todo eso estuviera sólo pasando en mi imaginación. Naturalmente, se acercaron muchos curiosos espantados y formaron un cliché círculo alrededor de mí. Yo sólo escuchaba la carcajada de mi amiga, misma que soltó cuando vio que no me había pasado nada. Hasta el salvavidas bajó de su torre para ayudarme pero todavía en digna, le dije que yo podía levantarme sola. Ya una vez levantada voltee a ver al chico quien me veía con cierta satisfacción de que recibiera mi castigo por mamona. Poco tiempo después me salí del curso y mi amiga también.
 Varias veces le he preguntado a mis compañeros si se acuerdan del incidente en la primaria y cada vez menos personas lo recuerdan. Ahora con más años y madurez puedo comprender de cierta manera por qué hizo lo que hizo, pero eso sí, jamás voy a entender por qué ese chico entró y salió de mi vida ese par de veces y por qué nos conocimos en situaciones tan desafortunadas. Espero que esté bien donde quiera que ande, que la vida le pinte bonito y todos sus proyectos se realicen... aunque también espero que el día menos pensado se caiga y haga el oso, pero sin que le pase nada. :)


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