Siempre que regreso a la ciudad donde crecí se me mueven muchos sentimientos y recuerdos. Un recuerdo en particular que mis amigas trajeron a la conversación, me devolvió a uno de los primeros momentos en que tuve conciencia de que existían las expectativas de género.
Estábamos en secundaria. Justo esa edad que las señoras aman nombrar LA EDAD DE LA PUNZADA. (Qué asco.) Y quiero aclarar antes de cualquier cosa que lo que mencione no será con ojos juzgones sino descriptivos. Dicho esto, les describo que muchxs de mis compañerxs se encontraban en la cúspide de su despertar sexual y no era nada raro encontrarlxs al final de los pasillos oscuros o incluso al final de las clases cuchareando en los patios o pastos. Y recordemos que a pesar de que esto pudiera ser visto como propio de la edad por muchos, en una escuela católica, evidentemente iba a ser mal visto. Además muchxs tenían parejas de otras escuelas y al director de ese entonces le causaba una particular gastritis ver a chicxs de otras escuelas entrar y usar sus instalaciones de date spot.
La escuela empezó a tomar medidas. La primera de ella fueron visitas del "párroco" oficial donde se dirigía a las niñas y preguntaba: "¿Quién tiene novio?" La primera vez se me ocurrió la grandiosa idea de alzar la mano. Tres o cuatro chicas lo hicieron también. El padre perdió la calma y comenzó a gritar que los cortáramos de inmediato. "Los hombres sólo arruinarán sus vidas", explicó, y luego nos contó una historia sobre una chica que él casó. Trabajaba en la Marina y ganaba muchísimo, según él. La conoció desde pequeña y por supuesto aceptó casarla ya de grande. El marido la golpeaba y el mismo padre tuvo que interceder con una carta al Vaticano para anular el matrimonio. Nos advirtió que a todas nos pasaría lo mismo. Súper intenso.
La segunda medida fue llevada a cabo por el Director General, que aunque era objeto de burlas e imitaciones, imponía mucho cuando se aparecía en un salón sobre todo porque NUNCA LO HACÍA.
El día que entró todos nos levantamos muy nerviosos (porque sí, era obligatorio levantarse para saludar maestros y directivos). Se paró en la tarimita del salón y comenzó con un speech pasivo-agresivo en el que detallaba lo lamentable que sería para él tener que tomar medidas si nuestros novios -y sólo noviOOOOOS- de otras escuelas nos visitaban en la nuestra.
La tercera medida fue la más extrema y dolorosa. Un día nos sacaron a todos de nuestros salones. Nos dividieron. Mandaron las niñas a un salón enorme y a los niños a otro. Nos hicieron sentarnos y adivinamos que se trataba de una conferencia. Fueron casi tres horas en las que nos hablaron de las "formas correctas de comportarse de una señorita". Desde cómo sentarnos hasta cómo no hablar, y por supuesto "cómo darnos a respetar con los hombres". Fue de ultramiedo. Afortunadamente yo siempre tuve una educación feminsita desde casa pero con tristeza veía a muchas chicas asintiendo con cada tip y lo que era peor, sintiéndose mal con las culpas aventadas. Una pesadilla muy a la "La Sonrisa de la Monalisa." Muchas salimos muy bajoneadas de la conferencia, pero procedimos a encabronarnos cuando volvimos a los salones y les preguntamos a los niños sobre su conferencia. Les habían llevado un piloto que les habló de su carrera y sus experiencias. Los motivó a cumplir sus sueños y superarse. ¿Qué carajo? Esto se repitió en varias ocasiones. Mientras nosotras recibíamos Cocowash de la Mujer Sometida de los 50's, a ellos se les motivaba a crecer y aventurarse.
La horrorosa secundaria por fin acabó y con ella las conferencias del terror...por un rato. En la prepa estaba inscrita en todo tipo de actividades extracurriculares y a veces tenía que salirme por momentos de X o Y clase. Un día tocó que justo cuando me tuve que salir estaban llevando a toda mi generación a una conferencia. Resulta que el conferencista era un chico ex-seminarista.
Durante casi todo el primer año nos lo promocionaron -como siempre- llevándolo de salón en salón a invitar a los chicos a que consideraran el seminario. Muchas estaban vueltas locas porque el seminarista era "guapo" y otros porque tenía mucho verbo. El punto es que para el último año decidió dejar el seminario y como rockstar dar conferencias ahora sobre ello. La conferencia era para incitar a que compráramos boletos para un fiesta en un antro-sí, fiesta- y al final de la fiesta recibiríamos un poco de catecismo. (Porque obvio esa es la manera de jalar los jóvenes a la religión, y todos iban por la plática y no por la peda. Ademas ¿no se supone que el pago de Indulgencias se prohibió hace un chingo?).
Hasta el día de hoy agradezco no haber ido a esa conferencia porque cuando mis amigxs me contaron lo que se dijo casi vomito del coraje- como acostumbro. Resulta que aprovechándose de su vibe de chavorruco quería explicar que se podía llevar una vida acercada a su dios sin tener que servirle directamente como sacerdote. Hasta ahí todo bien. Quería hablar de "cosas de chavos" como todo un Yordi Rosado y comenzó a hablar del tema favorito de muchos religiosos: La Virginidad. Qué sorpresa fue para todos cuando se dirigió a los chicos y les explicó que podían llevar una vida sexual activa sin preocuparse por repercusiones religiosas. Dio a entender que su dios entendía que "pues era la edad de la punzada" y básicamente que shit happens, así que ni se mortificaran. Luego, sobre este mismo tema se dirigió a las chicas, les dijo que si querían ellas también podían llevar una vida sexual activa pero con una simple cosa en mente. Lanzó la pregunta: "A ver...si tuvieran dinero suficiente para comprar un auto, ¿cuál comprarían, uno nuevo o uno usado?" Obvió que la respuesta era el nuevo y procedió a explicar cómo ocurría lo mismo en el caso de las niñas. Expresó algo como: "Ustedes pueden hacer lo que quieran chicas, pero ojo porque hay quienes, como yo, PREFIEREN ES TRE NAR.". O sea no obstante con que para él era lo mismo una mujer y un auto (obvio, los dos son objetos para consumo del hombre), también repitió la creencia misógina de que la virginidad como constructo social solamente es un asunto de mujeres. Cagándose así en varias de las luchas de la agenda Feminista, chingos de gracias.
Y ahora estando a mínimo cuatro años de estos eventos entiendo que en la adolescencia tuvieron un efecto en mí. Y aunque parezca shade durísimo para mi secundaria y prepa, la cosa no va por ahí. La verdad es que aunque siempre comento estas experiencias no pensaba escribir de ellas por puro coraje, pero un pajarito feminista me recordó que si no se habla de esto es como si nunca hubiera ocurrido. Si no visibilizamos que sí, esto pasó y nos marcó, menos podremos hacernos conscientes de qué tanta marca dejaron y de cuánto de este machismo nos hemos podido deshacer o no en estos años. Lo siento compañeritxs. La verdad es que nos agarraron muy chavitos. Qué bello hubiera sido que en vez de adoctrinarnos de manera Sexista nos hubieran dado unas buenas clases de Perspectiva de Género. Me llena tantito de esperanza el corazón el saber que la SEP está empezando al menos a considerar meter cosillas de género y sexualidad por aquí y por allá. De todo corazón espero que cuando vuelva a platicar alguna de estas experiencias en el futuro, suenen tan obsoletas e insólitas que cuando nuestros padres y abuelxs nos contaban cómo era permisible que sus maestros los golpearan. Ojalá en poquitos años estas situaciones se vean a distancia y resulten más lejanas de lo que son. Y sobre todas las cosas, espero que sean prácticas que ya no se lleven acabo en esas escuelas porque con pena descubro que, al menos en lo que mi generación respecta, vaya que les hicieron daño a muchas personas que cada vez que abro Facebook, escupen tantito de su veneno sexista. ¡A curarse todos pues!
- 21:03:00
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