Ser feminista es decidir tomarte la pastilla roja de Matrix y ver la realidad. Una vez que te la tomas no hay vuelta atrás, te pones unas anteojeras y te das cuenta que esa palabra tan satanizada como lo es "patriarcado", es real y lo que es peor, sí está en todas partes. Es vivir el mito de Platón y salir de la caverna, ver cómo es el mundo en realidad y querer explicarle a los demás lo que son esas sombras, pero que no te crean y te acaben matando. Es ser "Stripe" en el episodio de "Black Mirror", "Men Against Fire"; aunque voluntariamente corromper tu chip y ver las cosas como son en realidad. Darte cuenta que TODO lo que te dijeron sobre ser mujer no era cierto y darte cuenta de la desigualdad gigante que existe y que en la escalera al éxito te dejaron en el peldaño más bajo.

Es frustante y desesperante hacer consciencia de todo esto pero lo peor llega después. Lo peor se materializa cuando quieres contarle a los demás lo que sucede. Buscas gritar para que todos despierten pero te tachan de bruja, de loca, de exagerada y hasta de mentirosa. Todo es caos y correr en círculos hasta que te encuentras con la más bella de las creaciones: otra feminista. Y entonces descubres que no estás sola, descubres que hay más personas despiertas. Que pueden ver lo mismo que tú y que viven lo mismo que tú.

Y te ayudan a deconstruirte, y te enseñan a plantearte nuevas formas de vivir y de relacionarte con las mujeres. Esta noche escribo para ti compañera. Para ti que vives un infierno en esta sociedad que te oprime desde antes de nacer. Para ti que sales del clóset del Feminismo sólo para recibir jitomatazos y cacerías de brujas. Para ti que te acabas de tomar la pastilla y ardes de rabia al darte cuenta del lugar en el que te ha puesto el mundo. Para ti que tiene muchos años que te tomaste la pastilla y ayudas a que muchas otras la tomemos y esperas a que nos deconstruyamos con paciencia. Para ti que estás inconforme, que aguantas burlas, críticas y malas miradas. Para ti que eres la prima, la tía, la hermana "amargada" para aquellos que les molesta que te quieras liberar de la apropiación en la que te tienen sometida. Para ti que soportas las olas de mierda en redes sociales cuando los privilegiados lloran y patalean por no abandonar sus privilegios, cuando te miran con desdén desde el peldaño más alto donde la sociedad los hizo nacer. Para ti que entiendes, que sabes, que sigues aprendiendo. Y ¿por qué no? También para quienes nacieron con los privilegios pero luchan a diario por no hacer uso de ellos y por lograr la tan buscada equidad. Un abrazo sororario a todas. Hoy más que nunca, entiendo que no estamos solas, somos muchas y estamos hartas de callar.