Marra: congal de alegría, sudor y pop

23:29:00

Siempre me he considerado una persona bastante open-mind. Mi mamá de hecho me educó con mucha perpectiva sobre derechos humanos. Tampoco me sentaba a leer preceptos pero en cualquier situación remarcaba la importancia de respetar a los demás y buscar que todos tuvieran acceso a las mismas cosas. Luego pasa que nací en México y esa es suficiente justificación de que los domingos fueran de "quehacer" y que el acervo musical de mi madre me enseñara desde Queen y Madonna hasta (no es broma) Selena y Thalía; por lo que se puede decir que me cultivó en la música pop desde muy chiquita. Tantito que me hizo abierta y tantito que me encantó el pop, era obvio que una vez que viviera en el DF, el Marra iba a ser parada obligatoria.

Debo de añadir que adempas, antes de entrar a la FAD, venía de 12 años continuos de escuela católica en donde decir que eras ateo era suficiente para ser mal visto, tachado e infortunadamente, muchas veces hasta bulleado. Ni qué decir de que salieras del clóset, eso era simplemente imposible. Cuento con las manos los amigos cercanos que tengo en Cancún que sean abiertamente homosexuales, la presión social y los prejuicios están muy fuertes y hacen muy difícil la idea de la apertura.
Obviamente, cuando entré a la FAD se me abrió un mundo de diversidad en tantos sentidos y yo quedé impresionada y me sentí en casa como nunca. Por fin tenía amigos abiertamente homosexuales y me fascinaba tanta libertad en todo. El regalo navideño no era tener amigos homosexuales, claro, sino el hecho de que existiera un ambiente en dónde eso no tuviera que ser un asunto que causara revuelo.
La primera vez que me contaron del Marra me espanté un poco porque sonaba demasiado hardcore. Eso y que incluso viviendo 15 años en Cancún no me hicieran ser atraída por la vida nocturna, me detuvieron un poco al principio. Confieso que allá no pisé antros gay porque según yo, no son tan conocidos ni promocionados.Y el único antro gay de la Tulum que recuerdo era abiertamente gay, me recordaba a la tragedia que tuvo que pasar para que lo pusieran: quitaron mi Pizza Hut favorito.
 Un buen pinche día me animé, y como todo lo que hago en mi vida, me aventé al chingadazo a la Marraventura. (No pun of Mayaventura intended).
La primera vez que fui no regresé a dormir a mi casa, el lugar cierra a eso de las 4 pero existen otros bares de mala muerte alrededor que cierran hasta las ocho y mis amigos y yo nos esperamos ahí hasta que abrieran el metro para poder regresarnos seguros a descansar. Apenas entré al Marra y me quedé en un trip más grave que el de Dumbo cuando empedó por primera vez: luces neón, un calor insoportable y música que no sólo conocía sino que me gustaba. No era electrónica infinita ni reggaetón desconocido como el que ponían en los antros de Cancún, sino que era un dulce dulce pop.
¡Me sabía las letras! Canción tras canción pensaba "no sólo la conozco, bitch I have it on my itunes". Podía bailar como lo hacía estando sola en mi cuarto y lo que era mejor, estaba conviviendo en un ambiente con gente que le gustaba la misma música y no me juzgaba por bailar como lo hacía. Estaba tan emocionada que cuando un amigo me sugirió subirnos a la barra a bailar, no lo pensé dos veces. Estaba sobria como bebé y me olvidé del asco que me pudiera dar la chela derramada que sin querer toqué. Estando arriba no reconocía a nadie pero sonaba Bootylicious a todo volumen y el mundo sabe que es mi jam.
Ya entrada me pegué un millón de veces con el candelabro pero me valía porque estar arriba se sentía como ganar Ru Paul's Drag Race tres veces seguidas. Fue un momento tan padre el subirnos justo cuando pasaban nuestras canciones pop favoritas que además tenían coreografía y todo para liderar a los demás en ellas. Los demás asistentes a tan bello congal, cantan contigo, bailan y te lanza miradas de complicidad ayudándote a encontrar comadres confiables cada tres segundos. No sentí una sola mirada de juicio o mala vibra. Y sí es muy hardcore, no hay vez que no vaya que no me empujen porque el lugar siempre está a reventar. Una vez hasta me jalaron el cabello pero cuando estás agusto con tus amigos hasta esos malos tragos se olvidan en seguida. Marra es para los valientes, Marra es para los que llegan a las 7 y se van a las 4. Marra es para los que como yo, lo mismo les gusta Venus que María Daniela y su Sonido Lasser. 

Y ahora que después de casi un mes de estar cerrado el edén, regresó, les digo: "La cámara de la jotería ha sido abierta. Enemigos del bacanal. temed."

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